lunes, 29 de noviembre de 2010

Dia 4: de bellas mujeres y mi ánima

Inició el día a las 4.00, hora y 20 minutos antes de su hora oficial. A sabiendas de las urgencias de hoy, decidí sin embargo dar inicio a las actividades oficiales.

Por tanto inicié con mi tiempo de Oración. Hablé al Señor básicamente de los mismo de todos los días: Mi relación y actitud hacia Él y hacia su santa voluntad, mi relación con mi prójimo y finalmente todos los asuntos, urgencias y problemas de mi vida presente; en especial el proyecto; en especial la deuda.  El optimismo y tenacidad de Su Majestad es admirable, jamás baja la guardia ante  los retos, y la verdad cómo lo haría Él pues lo puede todo. Me hablaba de ser testimonio, de vivir un testimonio, de estar en lo alto, visible para ser todo eso. También me decía que estoy entrando en un Tiempo importante, culminante, de que es hora de "ponerme en pie" en actitud de recibir con respeto y reverencia lo que viene sobre mi; que por cierto no se qué es.

Luego del tiempo de Oración me ocupé de los oficios domésticos varios. Hoy continué avanzando respecto de la limpieza del jardín frontal, trapié la parte interior de la casa, guardé la ropa lavada ayer, lavé los inodoros, cociné pescado para el desayuno y asi hasta cumplir el tiempo indicado.

Llegó la hora en que supondría partir, pero decidí quedarme un tiempo más pues pasaría el servicio de basura. Estuve avanzando en la tesis de Especialización por unas horas hasta que decidí dejar fuera la basura y marcharme. Normalmente no hago eso por miedo a que los perros callejeros me hagan un desastre.. pero esta vez lo hice y fue un éxito.

Me marché entonces rumbo al pueblo de San José a realizar las encuetas. Fue una jornada agotadora en que la opinión de la población sorprendentemente fue distinta a lo esperado. Prefieren en la Antigua Estación que se rehabilite para un museo.

De esta experiencia debo apuntar que había muchas chicas muy lindas en el pueblo. Preciosas la verdad y yo andaba bien presentable, capaz de llamar su atención. Mi ánima en este sentido (siempre perversa por el pecado original) tiende a dos extremos: o soy demasiado tímido ó tiendo a volverme un don Juan. Luchar contra los malos movimientos del ánima es más complejo cuando lo que uno busca es mantenerse en equilibrio, pues si por el contrario quisiera buscar el bien hacia uno de los extremos, sería más fácil encontrar un mecanismo. Pero mantener lo de san Agustín: "En el centro esta la virtud" es más dificil ciertamente.  Las chicas lindas movieron pues mi ánima, hacia deseos y pensamientos osciosos e impuros, hacia formas de relacionarme que no llevarían a nada. También movieron mi razón a pensar, pues de decidir casarme, buena cosa sería conocer más chicas para poder escoger. En caso de no casarme esto no sería necesario. Pero el salir del mundo de la fantasía, de esa sonrisa anónima y sin sentido y pasar a una amistad y conocimiento es optable siempre que sea con un justo fin.

Pude sin embargo, enmedio de estos movimientos, respirar algo de gracia y la herramienta fue el Ignaciano ejercicio de ponderar la magnitud del pecado. Saber que todo pecado por pequeño que sea tiene nefastas consecuencias hacia el futuro, como lo tuvo la pequeña desobediencia de Adan.... hoy sería una combinación de cosas: desobediencia, jugar con una criatura de Dios,  adulterar con el pensamiento, en fin, cosas aun mayores a las de Adán, por tanto consecuencias más graves... estas ponderaciones ayudaron a mi ánima a temer y enmendar intenciones, pero no de una vez, sino necesitando recordarlo y recordarlo repetidamente.

Regresé el largo viaje a casa aun con esa dura lucha en mi ánima. Y aca estoy escribiendo un poco.

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