domingo, 9 de enero de 2011

Dia 12: Apéndice sobre Rebeca

Luego del inesperado rechazo de Gina hubo en mi ánima diversas meditaciones. Es un hecho que nada bueno me trajo todo ese va y venir de emociones, que a corto plazo contribuyeron a romper con un buen momentum que venía perfilando mi vida espiritual.

En las finales fechas del año, en una Eucaristía vi a Rebeca. El hecho fue más bien que la vi de lejos y ni siquiera pensaría que fue el centro de atención por mi parte. Lo que si llamó mi atención fue su notable buena actitud y alegría hacia las cosas de Dios.

Por ese buen feeling hice pocas cosas como agregarla a facebook. Ayer, mi hermana se disponía a ir a su casa y ya con premeditado interés decidí acompañarla, de hecho traté de ir presentable.  La casa de Rebeca es sumamente humilde, más de lo que yo pensaba, y seguramente mucho más de lo que podría pensar quien leyera esto.

Al estar hallá con los niños, estaba siempre intentando tener alguna oportunidad de hablarle. Surgió hasta que uno de ellos pidió agua. Yo pensaba que ni siquiera estaba en casa, hasta que su madre dijo: pídele a Rebequita que le de agua a la niña. Yo ni su nombre sabía, solo la conocía de cara, pero supuse que sería ella. Por iniciativa de la niña, fui con ella hasta donde Rebeca, que se encontraba atras y entonces, con una sonrisa, entablé conversación con ella.

Pude verificar su gran entusiasmo por las cosas de Dios. Y ello ha contribuido a tener interés en ella, además de ver una reacción positiva de su parte. Claramente hay inconvenientes: el hecho de que es bastante menor que yo parece de los más relevantes. Pero bien tocará analizar oportunidades y que Dios permita algo.

Es un hecho que ha habido un claro progreso en mi habilidad social. El solo hecho de la sonrisa ha sido un cambio sumamente significativo. No se que habrá adelante, si Rebeca u otra mujer. Lo importante pienso es el momento adecuado y sobre todo no conformame sino con la persona adecuada... sin olvidar que igualmente yo debo ser adecuado.

Dia 12: Disciplina

He meditado mucho en estos últimos días, enmedio de las prisas y las necesidades de mi vida. Uno de los asuntos que ha sido de mayor relevancia es el de la disciplina, que puedo llamar fuerza de voluntad o dominio propio.

Hace algunos años, cerca de diez, hubo un cambio grande en mi vida. Fue el hecho de encontrarme con la vida sacramental. Con el paso del tiempo sin embargo, he notado que ha sido muy poco lo que he progresado en cuanto al alejamiento de ciertos pecados como los relativos a la pureza (aunque gracias a Dios soy virgen aun).

El hecho de experimentar ese poco avance y hasta muchos retrocesos me ha llevado a empezar a valorar lo que tiene que ver con esto de la voluntad. San Ignacio hace referencia a ello con la lucha contra los impulsos negativos del ánima, tentaciones provocadas ya sea por la carne o por espíritus malignos. En fin muchos santos y espiritualidades cristianas han tocado este tema con muy poquísimas variaciones, pues se trata de un tema central.

Nuestra naturaleza está dañada por el mal. Quien no vea esto simplemente quiere ser ciego. Es evidente como nuestro propio ser es arrastrado pasionalmente, muchas veces hacia lo que a sí mismo le perjudica.

Es por todo esto que a partir de estos días he definido a la disciplina como la prioridad número uno de mi vida espiritual, y por ende de mi Vida. Sin pensar con esto que esté por encima del amor, pero más bien a su servicio. Pues debo renocer que a pesar de la Eucaristía semanal, confesión casi semanal, mi trabajo en cuanto a morir a mí mismo en la carne ha sido escaso e inconstante y ello ha tenido sin duda consecuencias gravísimas.